El avión supersónico
El avión supersónico Escuchar historia online
Aquel era un domingo muy importante para Julián. ¡Era su cumpleaños! Él estaba seguro de que sus abuelos le darían como regalo un avión supersónico con control remoto.
¡Ah, el avión supersónico con control remoto era increíble! Rápido, y podía volar más alto que muchos árboles del bosque. Julián ya había visto eso muchas veces por la televisión. Y ahora, en su cumpleaños, él sentía (estaba muy seguro) que iba a recibir uno de esos aviones de parte de sus abuelos. Ellos siempre lo sorprendían con regalos muy bonitos.
Durante el desayuno, Julián agarró una banana y jugó con ella en el aire: –¡Zoooommmmmm!
–¿Qué es eso? —preguntó el padre.
–Es un avión supersónico –respondió el niño, sonriendo, ansioso por la llegada de los abuelos.
–Deja de jugar con la comida –le avisó la mamá–. Y cuando termines de desayunar, guarda las cosas, por favor. Tu papá y yo vamos al supermercado para comprar lo que todavía falta para tu fiesta de cumpleaños.
El muchacho sonrió mientras sus padres salían.
Al rato, los padres regresaron trayendo globos, que necesitaban ser inflados, y banderines, que necesitan ser colgados. Había mucho trabajo para hacer hasta el horario de la fiesta, que iba a ser por la tarde.
La mamá y la hermana prepararon comidas dulces, deliciosos bocaditos salados y jugos. El papá salió a buscar la torta. A pesar de todas estas actividades, parecía que el día se estaba alargando para Julián. Lo que él realmente quería era que los abuelos llegaran pronto.
“¿Será que eligieron el verde oscuro o el gris? No importa… Va a ser increíble de cualquier manera”, se decía a sí mismo en voz baja, mientras se imaginaba cómo sería el avión que los abuelos habían elegido.
A la hora de la fiesta los abuelos no estaban en la casa, pero algunos amigos comenzaron a llegar. Como regalos, Julián había recibido una camiseta…
–Muchas gracias, María.
Un rompecabezas de mil piezas…
–¡Qué bueno, Víctor!
Un globo terráqueo…
–¡Me encantó, tía Trudy!
Una colección de dinosaurios en miniatura…
–¡Guau! ¡Qué genial, Carlitos!
Medias…
–Realmente estaba necesitando, Andrés… ¡Muchas gracias!
Y llegaron muchos regalos, pero ningún avión supersónico. ¡Todo bien! Los abuelos todavía no habían llegado.
Entonces escuchó el timbre de la casa.
–¡Tus abuelos llegaron! –anunció la mamá.
Julián salió corriendo, atravesó la sala y abrazó a sus abuelos. Después agarró el paquete que ellos le entregaron, rasgó el papel y abrió la caja donde había… un camión.
No era ningún avión supersónico con control remoto. El muchacho miró su regalo una vez más, miró el papel que había terminado de romper y sonrió tímidamente.
–¿Cómo se dice? —le preguntó la mamá.
–Ah, sí… Muchas gracias, abuelos.
A pesar de que la torta era bonita y súper rica, y a pesar de tener tantos juegos y haber recibido muchos regalos, Julián no estaba completamente feliz.
Cuando la fiesta terminó, sus padres lo ayudaron a llevar sus regalos al dormitorio. En ese momento, el muchacho decidió abrirles el corazón.
–¿Saben? Yo pensé que hoy iba a recibir de regalo el avión supersónico con control remoto.
–Julián, hijo, no siempre tenemos exactamente aquello que queremos –le respondió el papá.
Dos días después, en el día de llevar un juguete para la escuela, Carlos le dijo a Julián que había ganado un avión supersónico con control remoto, pero que era tan frágil que se había destruido en el primer aterrizaje.
–¡Qué genial está tu acoplado gigante! –Carlos elogió el camión que había llevado su amigo—. Sirve para cargar un montón de cosas en él. ¿Vamos a jugar?
–¡Sí, claro! ¡Vamos!
¡Los chicos jugaron bastante!
Cuando llegó a casa, Julián se dio cuenta de que la mamá estaba hablando por teléfono con la abuela.
Julián se acercó y le dijo:
–Mamá, ¿puedo hablar con ella?
La mamá le dio permiso y le pasó el teléfono.
–Abuela, acabo de volver de la escuela… y hoy llevé el camión que ustedes me dieron de regalo, porque era el día del juguete. ¡Está muy bueno! ¡Muchas gracias! Dile al abuelo que me gustó mucho el regalo y que con mi amigo conseguimos colocar 23 piedras bien grandes en el acoplado.
La conversación en línea continuó por un buen rato. Julián descubrió que podía ser feliz con lo que tenía.
Adaptado de Sueli Ferreira de Oliveira. Ilustración: Ilustra Cartoon.
Etiquetas: agradecimiento, cumpleaños, expectativas, regalos
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